No es
posible redefinir el concepto de familia
por
Rosa Martha Abascal de Arton
La familia se funda, en el más profundo sentido, en
el matrimonio, unión perdurable de varón y mujer. "El matrimonio no es una
unión cualquiera entre personas humanas... tiene una naturaleza propia,
propiedades esenciales y finalidades"(Gaudium et spes no. 48)
La familia es la célula básica de la sociedad, pues
la sociedad está constituida por familias, y de cómo vaya la familia, va la
sociedad. La familia tiene un rol social insustituible porque, entre otras,
tiene las siguientes funciones:
Función subsidiaria en la cual, los padres apoyan a
los hijos por medio de su guía, educación y formación hasta que puedan valerse
por si mismos.
Función solidaria en la familia se da una
interrelación familiar y apoyo mutuo entre todos los miembros en forma
desinteresada.
La enseñanza del bien común y la vida en sociedad
para que sean gente de bien que sirva a la sociedad y a su Patria, ciudadanos
íntegros: hombres con valores éticos universales a la vez libres y responsables
de su misión y de sus propios actos: conscientes de lo que es bueno y lo que es
malo.
"La familia y la persona humana, caminan
indisolublemente unidas, la familia, antes que lugar de íntima convivencia,
antes que organismo nuclear de la sociedad, antes que forma celular tributaria
de un modelo socioeconómico, es la revelación al hombre de la identidad del
hombre. Es el primero, el más fundamental, el más específico, el más real y
concreto encuentro humano del hombre" (Documento 40 ONG¨S sobre la familia, Instituto de
Ciencias para la familia, Pamplona 1995).
Es en la familia, donde el amor adquiere su máxima
expresión, donde se ama a la persona desnuda de forma absoluta, radical,
incondicional, se le ama, por ser él, por ser ella, como expresión prolongada
del amor conyugal entre los esposos.
A la familia, no "se le conceden" derechos, los tiene
de modo natural, "surgen de un fondo propio, autónomo, de poder... Este poder
auténtico, en estado químicamente puro, que se expresa como la soberanía de la
familia, está destinado a revolucionar muchas cosas" (Pedro Juan Viladrich,
La familia soberana).
No cualquier convivencia humana puede ser considerada
familia, no todas poseen soberanía, no articulan la sociedad entera con efectos
humanizadores, y si sociedades de convivencia son reconocidas como familia sin
serlo, la identidad de la familia se diluye, se esfuma, se pierde, se pervierte,
dañando de raíz a la sociedad misma ya que la familia es el núcleo, la célula de
la sociedad, alcanzando una desarticulación
deshumanizante.
Normal: Se dice de lo que se adapta a la norma,
aquello que por su acomodación a la naturaleza o al uso no produce extrañeza...
Soslayar que las sociedades de convivencia entre personas del mismo sexo nos
causan extrañeza es negar el propio sentido común, dicha extrañeza NO nos exime
de nuestro deber caritativo para con aquellos que tengan estas tendencias, pero
ellos también deben comprender nuestra extrañeza y que por tanto, debemos
rehusarnos a su legislación, pues la ley constituye en amplia medida el "ethos"
del pueblo. No se trata de marginar a los homosexuales, pero no podemos darles
un derecho que la misma naturaleza les ha negado, la de procrear. No reneguemos
de nuestras raíces, no queramos destruir nuestra naturaleza con tal de
participar en el incluyentismo.
"Debemos desenmascarar el uso instrumental o
ideológico que se puede hacer de la tolerancia, afirmar claramente el carácter
inmoral de este tipo de uniones, recordar al Estado la necesidad de contener el
fenómeno dentro de límites que no pongan en peligro el tejido de la moralidad
pública y que no expongan a las nuevas generaciones a una concepción errónea de
la sexualidad y del matrimonio, que las dejaría indefensas y contribuiría,
además, a la difusión del fenómeno mismo" (Consideraciones de la Congregación para
la Doctrina
de la fe)
"Reconocer la verdadera identidad de la familia
supone que su fuerza, su naturaleza de sujeto social, la titularidad de sus
propios derechos fundamentales y por fin, la soberanía específica de la familia,
radica en la fuerza de otra secuencia, a saber, la inseparabilidad real entre
matrimonio y familia como estructura interna de la identidad de la verdadera
familia, la única que, por ello posee soberanía." (Mujer y Familia, EDAC).
"Sólo la familia, fundada en el matrimonio, es la que
contiene un propio y especifico poder soberano, esto es, un patrimonio innato de
derechos fundamentales y un poder real de articular humanizadoramente a la
persona concreta y a la sociedad entera" (Pedro Juan Viladrich, La familia
soberana).
Es por esto que no se puede "redefinir" el concepto
de familia, tratando de llamar "familias" a sociedades de convivencia, uniones y
relaciones que existen de hecho, pero que no responden a la esencia del
ser y al fundamento sano social, psicológica y éticamente en un ser humano
o en una sociedad.
Si no existe el padre o la madre, hay una familia
disfuncional, en las uniones de personas con el mismo sexo, necesariamente hay
un vacío de paternidad o maternidad, que trae como consecuencia, desorden y
confusión, dando como resultado una desintegración que desembocará en
corrupción, delincuencia, adicciones y disfunciones
sociales.
"El reconocimiento de la familia soberana, más previa
y radical que la soberanía del Estado, conllevaría su aceptación como sujeto
social primordial. Esta aceptación no podría ser inocua. Traería muchas
consecuencias. Por lo pronto, los miembros de la familia soberana están más
articulados en su identidad y relaciones básicas. Constituyen un tipo de
ciudadano arraigado, acompañado, menos individualista y solitario, más
personalizado. El deber de respetar en forma efectiva los derechos
fundamentales, (sus contenidos materiales) de la familia soberana, aportaría al
sistema algunos nuevos y esenciales elementos para un profundo cambio hacia otro
modelo social y económico más humanizado. Y quizás puede aventurarse que estos
nuevos modelos de ciudadanos y de sistema, limitarían durísimamente aquel otro
modelo social y económico que los grupos que detentan el poder, amparándose en
la gran coartada de la absoluta soberanía estatal, están interesados en imponer
a un tipo de individuo-vasallo-invertebrado-desarraigado-materializado. Un
individuo condenado a la soledad de sí mismo y a la impotencia frente al
sistema. En suma, la soberanía de la familia aparece como una carga explosiva
para cualquier sistema socioeconómico alienante de la persona. Pero al mismo
tiempo, y esta es la conclusión, la soberanía de la familia, fundada en el
matrimonio, es una gran carga de esperanza para quienes están buscando hoy la
verdad del amor y de los lazos humanos de solidaridad y compañía. Y es también
una gran carga de esperanza para quienes están dispuestos a articular una nueva
sociedad más humanizada" (Pedro Juan
Viladrich, La familia soberana).
Como se dijo en el Documento 40 ONG´S sobre la
familia en 1995, "en la adaptación a los cambios, la familia deberá mantener
su propia identidad, como aquel hábitat amoroso y solidario donde cada ser
humano nace, crece y es acompañado hasta la muerte, precisa y
exclusivamente por ser, de manera incondicional, una irrepetible persona.
Un espacio primario de convivencia humana, cuya seguridad y permanencia se
articulen sobre la fuerza unitiva y generadora de la relación interpersonal
entre el hombre y la mujer, unidos en matrimonio, de forma integrada y plena,
tanto en los aspectos afectivos y sexuales, cuanto en los demás aspectos
humanos, abiertos al servicio de la procreación, crianza y educación de los
hijos, constituyendo un ámbito de convivencia íntima y de transmisión de valores
entre todos sus miembros, frente a los riesgos de masificación y
despersonalización de la vida moderna".
Fuente: Yo influyo